Una que se altera y se aguanta, entonces se amarga solita y comienza a
tirar su veneno alrededor molestando a otros, para después arrepentirse y
sentirse culpable por lo que ha dicho o hecho.
Eso sí, las cosas que uno dice, amargado o no, siempre son reales, nada
más que no era la forma de decirlas. Probablemente a otros no les guste
que los molesten diciéndoles algo que pensamos de ellos, específicamente
una mala crítica que les hagamos y que no nos atrevíamos a decir porque
sabíamos que no lo tomarían bien. Y claro, como seres sociales que
somos, cuidamos de lo que otros vayan a pensar, decir, sentir o hacer
respecto a lo que nosotros pensamos, decimos, hacemos y sentimos.
Estúpido pero cierto.
Pero el hecho de que en un momento en el que estamos alterados digamos
algo que normalmente no diríamos, no quiere decir que realmente no
pensemos así. Y el hecho de callar ciertas cosas no nos hace unos
hipócritas, simplemente, decidimos omitir esos detalles porque no son
nada en comparación a todas las otras críticas buenas que tiene esa
persona.
Yo tengo muchas cosas que no les he dicho a los cercanos a mí, porque no
quiero molestarlos, lastimarlos, hacerlos sentir mal, discutir, que se
alejen de mí, que se enojen conmigo, que me digan ellos también todo lo
que seguramente no me han dicho por las mismas razones por las que yo no
les he dicho algunas cosas a ellos.
Y esa es la educación que nos han dado, llámese reglas de urbanidad,
buenos modales, amabilidad, consideración, convivencia, socialización.
La realidad es que estamos frenados por las otras personas a decir
plenamente lo que pensamos.
Poco a poco lo haré y encontraré la manera de decir todo sin afectar a
los demás, o al menos, no afectarlos tanto, porque todo tiene un precio,
y ser 100% verdadero también lo tiene.
Desde decir "no me gustan tus cejas o tus dientes" hasta "la verdad es
que me agradas, pero no confío plenamente en ti". Dolerá el proceso,
pero confío en que la sociedad de haga cada día más verdadera y no se
fabriquen más frenos a la libertad. Porque nos sentimos mal de escuchar
la verdad porque estamos acostumbrados a que lo normal es que todos sean
amables. Hay que cambiar nuestra mentalidad y ver que lastimarnos con
la verdad también es una forma de ser amable. No sólo que nos digan la
verdad para que "mejoremos", si a él o ella no le gustan mis cejas, no
tengo por qué hacerlas al gusto de ellos, simplemente los dejé expresar
su opinión: "Está bien, no te gustan, a mi sí." Y ya, no ofendernos ni
nada, y si quiero que mis cejas les agraden pues ya es mi desición
cambiarlas.
Dicen que no es bueno saber todo si no nos va a servir, pensar "si de
todas formas no me importaba que mis cejas no les gustara, no me
hubieran dicho nada", entonces los estoy limitando y los estoy
acostumbrando a ocultarme cosas. Si bien, yo no iba a hacer nada con esa
verdad, es bueno que me lo digan, bueno para ellos, es una forma de ser
amable, y espero que así, un día, yo encuentre a personas que estén
dispuestos a escuchar mis verdades, aunque sean malas cosas sobre ellos
mismos. Por supuesto, pido a Dios que yo también tenga la fuerza para
aguantar cualquier sentimiento malo que genere escuchar de otros malas
cosas sobre mí y para cambiar mi mente para poder ver que la verdad,
incluso la verdad de otros, también son correctas.
Mis cejas se ven de muchas formas dependiendo el punto de vista de otros, a unos les gusta y a otros no. Todos están en lo correcto, para ellos esa es su verdad, la verdad absoluta, sólo el absoluto la tiene. Así que está bien pensar diferente, y aceptar las formas diferentes de pensar de otros, eso no quiere decir que pensemos como ellos, eso quiere decir que sabemos que hay más de una verdad. El hecho es sólo uno: mis cejas. La verdad es un conjunto de opiniones.
Bueno aquí ya me estoy confundiendo un poco, mejor no sigo explicando, no pretendo que todos me entiendan al 100% así que hasta aquí lo dejaré, que alguien entienda por completo mi forma de pensar le quita un poco la diversión a esto. También por ello es que me complico tanto al escribir.
Y por último, sólo para aclarar algo: ME GUSTAN MIS CEJAS.